miércoles, 22 de septiembre de 2010

Memorias de un Héroe Caído II: Fantasmas

Sigo deambulando por esta tierra descolorida, buscando senderos inexistentes en una huida eterna. Hoy un cuervo gris me trajo noticias tuyas: parece que sobrevives bien en mi ausencia, parece que tu corazón ha encontrado algo por lo que luchar y que tu determinación es inquebrantable. Me cuenta que siempre tienes éxito en tus misiones, que nunca estás solo, que todos te admiran, que por fin te has hecho un hueco con tus propias manos... Estoy orgulloso. Aunque una parte de mí insiste inevitablemente en creer de forma egoista que algo de todo eso es gracias a mí.

Me gustaría estar allí y compartir tus triunfos y alegrías, pero aun estoy encerrado entre dos mundos. Mi mente dormita, navegando por los paisajes imposibles de la tierra de la que nacieron mis anhelos; mi cuerpo sobrevive anclado en la suciedad de mis miedos, y mi alma creo que se ha perdido en la oscuridad de mi desesperanza.


Sobrevivo (a esto no se le puede llamar vida) perseguido continuamente por ellos. Al principio pude escapar, pero finalmente me alcanzaron. Ahora se congregan a mi alrededor, oprimiendo lo que queda de mi corazón, devorando lo que queda de mi ser, rompiendo a placer los últimos resquicios de cordura. Son mis fantasmas, y son tantos que apenas me dejan respirar.

No sé cuanto más tiempo podré soportar esta carga antes de caer por última vez.


En una ocasión pude librarme de ella pero ahora... ¿qué debo hacer?
¿qué ocurre cuando el mismo aire que te da la vida, te la arrebata?
¿qué esperanza queda cuando la única cura, agrava la enfermedad?
¿para qué seguir luchando cuanto es veneno la sangre que corre por mis venas?



Pero bueno, no merece la pena escuchar las quejas de un viejo soldado como yo. Debo continuar mi camino. Reflexiono esto en silencio, en un mundo en que no existen el blanco ni el negro, confiando en que aun conserves aquella capacidad tuya de saber todo lo que pasa por mi mente sin importar las circunstancias.

Enhorabuena, Héroe.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Memorias de un Héroe Caído I: Miedo

Creo que voy entendiéndote. O quizás sigo sin entender nada. Pero me he acordado de ti, Héroe, y creo que ya comprendo de qué hablabas cuando decías haberte caido al otro lado... Creo que ya sé lo que sentiste al darte cuenta de que la puerta no se abría desde fuera para permitir tu regreso.

Nunca antes tuve miedo a nada. Y mucho menos a estas verjas, ni al portón que flanquean. Siempre estuve seguro de poder atravesarlo a placer, de uno a otro lado, y abusé de mi privilegio, como burlándome de la Creación.
Pero, ahora que he perdido mis Llaves, me encuentro solo en un mundo que no es el mío y en el que no soy bienvenido. Me he encontrado con el miedo, y se ha reido de mí al verme llorar.

Ahora sí tengo miedo. Miedo a no encontrar de nuevo las llaves, miedo a que un cruel guionista cambie la cerradura, miedo a no poder romper el candado aun cuando, tú y yo juntos, en un intento vano y desesperado, embistamos contra el portón, poniendo en la carga el peso de todos nuestros sueños y esperanzas.

Siento pánico al pensar en que todo pueda quebrarse después del choque.
Me aterroriza la convicción de que nada quedará de nosotros tras el último intento.
Pero lo que no me deja dormir, es la seguridad de que tras nuestro fracaso, mucho tiempo después de estar muertos y llorados, cuando ya nadie sepa tocar nuestro requiem y el tiempo haya borrado de nuestras lápidas nombre y epitafio. Entonces nosotros seguiremos vivos, despojados de todo lo que una vez fuimos, castigados por ser demasiado humanos...


Ahora, divagando entre sollozos y pecados, me parece oir de nuevo tu voz:
«A veces, sin que nosotros queramos, las personas se separan de nosotros...»

Creo que voy entendiéndote.