domingo, 24 de octubre de 2010

Memorias de un Héroe Caído VI: Jaque y Resurrección.

Observad con detenimiento. Paso un tiempo fuera y a mi regreso me encuentro con que todo ha cambiado. ¡Está destrozado lo que una vez fue mio! ... y me temo que no sólo el tiempo ha tomado parte en la barbarie.

Ya supuse que nadie se habría preocupado de regar las flores en mi ausencia, y que ahora estarían marchitas.
Pero eso no ha sido lo peor. Para mi sorpresa, alguien ha entrado en mi jardín con picos y hachas, destrozando a su paso todo lo que han podido... han debido convertirse en la envidia de cualquier tormenta que azote este acantilado.
¡Habrían arrancado la luna del cielo y demolido el faro a palos si hubieran podido, los muy imbéciles!


Pensé que esto era una partida justa, pero no... no pudieron evitarlo...
Nunca más debo olvidar... en el fondo siguen siendo humanos.
Pero eso no los hace merecedores de mi perdón.
No...

El tablero ha sido corrompido. Las reglas del juego han sido quebrantadas. Una nueva partida ha de dar comienzo.
Y que caigan caballos, alfiles y torres...
Y que llore desesperación la reina.
¡Que sangre del rey su Corona!

¡¡Vuelva todo a la Nada!!

...


...y todos vuelvan a ser peones.

viernes, 22 de octubre de 2010

¡Que vengan!

Puedo verlo en vuestros ojos.

Devorándoos.

Ahogándoos.

Dándoos el último impulso de vida.


Os habéis convertido en ratas que deambulan por una ciudad derruida. Mordéis todo cuanto está a vuestro alcance para escapar de los felinos y ni os paráis a pensar que vuestros dientes están malditos. Sois una plaga que avanza en la noche porque tiene miedo al día.


Sois unos cobardes.


Pero habéis de saber que el dolor que os consume no os convierte en originales.

Qué sólo sois la enésima copia de una copia.

Una mierda a la izquierda.


Un día os volveréis caníbales y no habrá suficiente carne para todos.


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Dedicado a los parásitos que intentan entrar en esta fortaleza de luz para robarnos las ganas de sonreír.

No vais a conseguirlo, no vais a derrotarnos.


Somos más fuertes.

viernes, 8 de octubre de 2010

Memorias de un Héroe Caído V: Noche de Luna Hueca

Una puerta en mitad de una llanura gris. Un pequeño portón de madera ajada con olor a mar. Trato de empujarla, pero no cede, así que me acerco aun más a ella y susurro:
"Mis ojos por un mundo soñado... y mi corazón por algo que merezca la pena soñar."


Se abre el portón, el agua me rodea y tira de mí hacia un mar embravecido, haciendo que me hunda en las profundidades mientras oigo, a lo lejos, el aullido de un lobo salvaje.
No sé cuanto tiempo ha pasado cuando el Mar me deposita, amable a su manera, en la playa. Unos pasos por delante, enroscada sobre la arena, una pequeña criatura de escamas blancas me observa con cara preocupada.
"Lamento mi ausencia, pequeño, no sé si podrás perdonarme, pero ya he vuelto. No volveré a dejarte solo nunca más." Le digo con cariño mientras le acerco el brazo para que suba a mi hombro. Una vez acomodado, me hace señas para que mire al suelo, al hueco que ha dejado en la arena, y descubro una pequeña brújula en una cajita de madera.
El pequeño dragón mira alternativamente a la cajita y a mí, orgulloso de haberla protegido hasta mi llegada. Yo por mi parte agradezco en silencio a la Vidente de Almas y sigo la ruta que me marca desde la distancia, a través de la brújula, mientras el ocaso continúa su camino.


Recorro con pesadez el sendero de roca que asciende por el acantilado. El Sol termina de caer por el horizonte, incapaz de seguir aplazando lo inevitable, y la noche más oscura del mes me arropa como un cálido manto en el que brilla débilmente una única estrella.
El cansancio me pesa sobre los hombros, pero no puedo detenerme ahora.
La luz del faro me ayuda en el último tramo de ascenso. Al llegar arriba, unas enormes puertas custodian la entrada a la torre. Al tiempo que las golpeo con el puño grito:
"¡Protectora de los Perdidos! ¡He regresado y exijo que me abras!"
Nadie responde, pero las puertas se abren de par en par, permitiendome ver al otro lado una gran sala oscura y un trono de marfil al fondo.

Atravieso decidido esas puertas, y noto que algo regresa a mí. Alcanzo el trono: una máscara blanca reposa sobre él, junto a un enorme martillo y un resistente escudo.
Dejo a mis pies el gran martillo, sujeto el escudo sobre mi regazo, y me coloco la máscara sobre el rostro mientras ocupo el lugar que me pertenece por derecho propio. Unas alas vuelven a crecer en mi espalda, más grandes que las anteriores, pero no son blancas sino de diferentes tonos grises, cómo si trataran de recordarme que ni siquiera yo soy invencible, que ya he caído una vez.


Todo está en su sitio, pero la Luna está hueca en el firmamento esta noche. Dejadla descansar. He vuelto.

lunes, 4 de octubre de 2010

Memorias de un Héroe Caído IV: Determinación

Camino bajo un cielo de mercurio, oculto a medias por nubes de grafito.
Paso a paso, poco a poco. Camino por inercia, sin fuerza que me empuje hacia algún lado. Deambulo sin saber a donde ir, sin plan alguno. Echo de menos las alas... que yo mismo arranqué. Echo de más ser tan humano, tan débil.
Hago cuentas con los dedos: todo ha ido mal. ¿Queda algo que pueda romperse?
Sigo cayendo hacia el abismo, hasta rozar el fondo con mis manos...

Detente. Detenlo. ¡Salva el mundo! o deja que arda.

Por un instante me dejo flotar a la deriva. Me pregunto qué tan placentero será el olvido...

Abro los ojos. Alguien me susurra al oido, me llama por mi nombre.
"Despierta, héroe."
Nadie a mi alrededor, sigo estando solo. Pero alguien a quien no puedo ver me agarra de los hombros y me agita. Sé que me mira con reproche, aun sin contemplar sus ojos.
¿Quién eres para desafiarme? ¡Déjame! ¡¿Por qué has pronunciado mi nombre?!

«Para que siempre recuerdes quién eres...»

«... Para que nunca olvides quién fui.» ... Se me empañan los ojos en lágrimas. La verdad asedia mi corazón. He olvidado demasiadas cosas, he fallado a demasiada gente.
Pero aun debo luchar, o quizás ahora más que nunca. La guerra aun no ha acabado para este viejo soldado.


Por primera vez en lo que me han parecido siglos, una luz anaranjada brilla en el horizonte.
"Dime, viejo amigo, ¿has pintado tú ese crepúsculo para guiarme hacia donde estás? Mantenlo así, voy en camino, no dejes que me vuelva a perder. Por favor."

«Tirad a la basura esa corona de flores.
Alimentad el fuego. Mantened encendido el faro.
Un Héroe regresa a Ítaca.»

domingo, 3 de octubre de 2010

Memorias de un Héroe Caído III: Requiem por un Ángel Guardián

Tañen las campanas de cristal, y el órgano entona un profundo lamento. Grises figuras se reunen en torno a un macabro desfile. Los porteadores realizan, impasibles, su triste peregrinaje.


«¿Por qué has tenido que irte? Teníamos un trato, yo te necesitaba... no podías morirte, no estaba contemplado en el contrato ¡Maldita sea!¡Has hecho trampas!»


Contemplo al paso el espectáculo. Trato de resistirme, intento seguir mi caminar, no quiero ver lo que tienen que enseñarme... pero mis pies no me obedecen.
Poco a poco, mi corazón adquiere un ritmo desacompasado.
Comienzo a tiritar.
La melodía me va calando hasta los huesos, poco a poco...


«Tú debías cerrar el círculo... debías ser mi seguro contra los errores que nunca pasan. Quizás mi protección es una tarea demasiado dura. Quizás no tuviste elección. Quizás fue un accidente. Quizás debería llorar tu muerte...»


Las campanas cuentan una historia de cielos en llamas. El órgano acelera su jadeo. La música comienza a excitarse.


«Pero incluso los pilares más resistentes terminan por quebrar. Incluso los que no pueden caer... y tú ya no estabas allí para sujetarlos... y yo no supe hacer nada para evitarlo.»


El ataúd llega a su destino, frente a mí. Lo dejan caer.
Y al golpear contra el suelo se envuelve en un estallido de plumas blancas. Ha caído un ángel. Sus plumas nunca más surcarán el cielo. Sus alas no podrán proteger a nadie.


Intento asomarme, pero me detengo en el último instante. Las que hay en el ataud son las alas que nacen de tu espalda. Contemplarlo con mis propios ojos sería un duro golpe... pero ¿y si lo que veo es mi reflejo?
¿Y si son mis alas las que asoman sobre el ataud?


"Hoy ha muerto un Ángel Guardián."
Cantan las campanas.
"Como todos los ángeles muertos, merecía la muerte."
Les contesta el cielo.
"Ese era su derecho."


La impotencia me derrota. La cobardía me consume. Caigo al suelo de rodillas y me echo a llorar.
No aguantaré mucho más. Si no encuentro el modo de salir de este mundo gris. Si nadie viene a rescatarme. Si no recuerdo lo que fuí... entonces este requiem que ahora se extingue será el mío propio.