miércoles, 15 de diciembre de 2010

De lobos y ovejas:

Lo que sigue es tan sólo mi opinión. Acepto, como siempre, cualquier crítica, pero no pretendo defenderla, justificarla ni extenderla, pues no es más que una opinión y mi única intención es comunicarla. Que eso cuente en mi descargo.





Seguramente estéis informados acerca de las últimas filtraciones de información confidencial publicadas por Wikileaks, y del boicot que está llevando a cabo el gobierno de los Estados Unidos y por el cual la organización perdió su nombre de dominio web, fue congelada una cuenta bancaria con donaciones, y empresas como MasterCard, Visa o PayPal le prohibieron hacer uso de sus servicios para obtener donativos.
A modo de respuesta (y según ellos reivindicando a favor de la Libertad de Expresión), el grupo conocido como Anonymous llevó a cabo una serie de ataques DDoS que consiguieron colgar los servicios por internet de dichas empresas durante unas horas.


Sigo. Haciendo referencia a esto y comparandolo con la famosa "ley Sinde" que está a punto de aprobarse en España(si no estás al tanto una búsqueda en google te informará al respecto) alguien escribió algo parecido a:


«Señores que se indignan con proyectos de ley que cierran webs sin juicio, pero aplauden con las orejas cuando alguien tumba webs por DDoS.»


Bien. Quizás ya se hayan dado cuenta. O más probablemente aun no. No voy a hablar sobre lo justo o injusto de las acciones de Anonymous. Esa es otra historia que quizás trate en otro momento. Lo que realmente llamó mi atención fue ese comentario, en aparencia simple y coherente, y más aun la cantidad de gente que lo apoyó.

Lo voy a decir claramente: Qué bien amaestrados nos tienen ¿eh?

De verdad han conseguido que pensemos que todos somos iguales, que todos sin excepción disponemos de las mismas libertades, los mismos derechos y los mismos privilegios.
Parece que al final la moralidad apática e impotente en la que todo es comparable entre sí se ha apropiado de las conciencias de, al menos, todos los habitantes del mundo civilizado.

Me estoy refiriendo a esa moral de "no voy a mancharme las manos". Esa moral que nos permite dormir tranquilos (¡e incluso hablar de justicia!) cuando permitimos que un monstruo que ha asesinado a veinticinco personas inocentes pasee libre por la calle transcurridos sólo diez, quince, o a lo sumo treinta años de prisión. Sin contar reducciones por buen comportamiento e inutil rehabilitación.
Esa moral que sostiene que ese chico de 17 años que ha arrebatado la vida a media docena de personas, incluidos sus propios padres, aun merece la oportunidad de vivir su vida en libertad tras "un breve reformatorio". También la que defiende que ese violador que ha destrozado la vida a 50 mujeres (o peor, a 50 niños) aun tiene derecho a que lo defiendan, e incluso a que "se respete" su opinión.


Y aun peor que todo eso: Esa moral nos ha hecho olvidar cómo defender los derechos que con sangre ganaron para nosotros nuestros abuelos.
¿Tengo que ser yo quien os recuerde la calidad de vida de la que "disfrutaba" el proletariado en la época de la revolución industrial? ¿Tengo que venir yo a explicaros que los derechos más básicos se ganaron a base de negarse a trabajar (a costa de sus propios sueldos) y de boicotear a patrones y empresas, sufriendo consecuencias a veces inhumanas?
¿Realmente, con la edad que tenéis, voy a ser yo el primero que os explique la diferencia entre una acción que tiene por objetivo defender tus derechos y lo que no?
¿Os resulta tan sencillo vivir como borregos que insultáis de ese modo la memoria de vuestros antepasados?
Pues no, señores, lamento ser yo quien os lo diga, pues a mí quizás no me creáis, pero aun existen clases y clases.


Esto es un juego, si queréis verlo así, y están los que tienen el poder y los que no lo tienen. Por estadística vas a ser de los que no lo tienen (las ovejas). Y también por estadística, si consigues pasarte al equipo de los que tienen el poder (los lobos), te olvidarás de la gente que no lo tiene. Pasarán a ser tus "rivales". O tu comida, para ser más exactos.
Si creéis de verdad que estamos todos en el mismo equipo, tengo una mala noticia: sois ganado del que alimentarse.


El único modo de no perder la partida es luchando. Y si seguís creyendo que es comparable una reivindicación de derechos con un "abuso de poder", entonces, ovejitas mías, estamos retrocediendo a la casilla de inicio, pues hemos perdido este juego.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Tú pitarás

"Tu pitarás" le dije, hace unos días, a una buena amiga que insiste en llamarse Tenar. Pero a mí me gusta, de vez en cuando, referirme a ella como "la Vidente de Almas" porque, en sus buenos tiempos, parecía que le bastara con mirarte a los ojos para saber a ciencia cierta qué oscuros fantasmas recorrían tu corazón; y eso, para alguien como yo, que se miente a sí mismo durante más tiempo que horas pasa su corazón latiendo, era un don incomparable.
Me respondió con una risa divertida y una mirada de interrogación abierta. La otra persona con la que también estaba en aquel momento, Wungo (estoy convencido de que a él no necesito presentarlo) puso la interrogación de cierre con su cara de asombro.

Ninguno de los dos conocía el viejo cuento, y yo no estaba por contarlo, así que se lo dejé a deber. Con esta entrada, pago mi deuda y, en concepto de intereses, os la ofrezco a todos los demás junto con mi propia reflexión.



La historia cuenta cómo un hombre de pueblo se disponía a partir hacia la feria de la ciudad, montado sobre su mula. No todo el mundo tenía el tiempo o la capacidad necesarios para ir en persona a la feria, de modo que sus vecinos comenzaron a hacerle encargos diversos:
-Tráeme un bonito sombrero. -Solicitó una tía suya.
-Me gustaría mucho tener un espejo, el mío se rompió. -Pedía una prima segunda.
-Me harías un gran favor si me trajeras un par de zuecos. -Dijo un vecino.
-Una manta de colores.
-Un peine.
-Unas onzas de chocolate.

Y la lista aumentaba más y más, con gente más o menos cercana, que aprovechaba para obtener algo de la feria a costa del buen hombre.
En esto que se disponía ya a marchar sobre su mula cuando se le acercó su sobrino pequeño, puso un par de monedas en su mano y preguntó:
-¿Sería usted tan amable de traerme de la feria un pito?

A lo que el hombre sonrió, se inclinó sobre él, y le dijo al oído:
- Tu pitarás.




Y es que, a veces, lo importante no es que siempre se acuerden de ti cuando salen a hacer algo.
A veces, lo importante no es que sepan escuchar las razones o excusas que tengas que exponer.
A veces, lo importante no es que todo el mundo baile al son que tú marcas.
A veces, lo importante no es saber si hemos cambiado para bien o para mal (y lamento ser yo quien os saque de vuestro error, pero la gente, en efecto, cambia).


Hace un tiempo, mientras yo (y ojala hubiera sido sólo yo) pasaba una mala racha, le respondí a una vieja amiga:
«[...]maldigo el mundo en que decir, en dos palabras, "te quiero" suponga tal esfuerzo que no lo hagamos si no es necesario.
El mundo en que eso sea una norma, es un mundo que se muere.
Y si ese mundo es el tuyo, entonaré un réquiem en su memoria.»

Palabras quizás demasiado duras, más aun teniendo en cuenta lo que una vez quise que ella fuera para mí, o tal vez lo sean justamente por eso.
En cualquier caso, no me retracto.
Los amigos y las relaciones son como un jardín y olvidamos con demasiada frecuencia que incluso el más bello de los jardines necesita cuidados continuos, y que aun aquellos que disponen de un sistema automático de riego, ofrecen un aspecto deplorable cuando pasan largo tiempo sin atención.


Es necesario mantener una cierta empatía hacia la gente que nos rodea, por mucho tiempo que lleven ahí, y saber demostrarles, cuando sea necesario (o mejor, siempre que podamos), lo mucho que aun valen para nosotros.
Pues a veces, lo importante, es saber dar todo lo que puedes de ti para obtener lo que quieres. Y en ese caso, si la suerte acompaña, tú pitarás.

domingo, 24 de octubre de 2010

Memorias de un Héroe Caído VI: Jaque y Resurrección.

Observad con detenimiento. Paso un tiempo fuera y a mi regreso me encuentro con que todo ha cambiado. ¡Está destrozado lo que una vez fue mio! ... y me temo que no sólo el tiempo ha tomado parte en la barbarie.

Ya supuse que nadie se habría preocupado de regar las flores en mi ausencia, y que ahora estarían marchitas.
Pero eso no ha sido lo peor. Para mi sorpresa, alguien ha entrado en mi jardín con picos y hachas, destrozando a su paso todo lo que han podido... han debido convertirse en la envidia de cualquier tormenta que azote este acantilado.
¡Habrían arrancado la luna del cielo y demolido el faro a palos si hubieran podido, los muy imbéciles!


Pensé que esto era una partida justa, pero no... no pudieron evitarlo...
Nunca más debo olvidar... en el fondo siguen siendo humanos.
Pero eso no los hace merecedores de mi perdón.
No...

El tablero ha sido corrompido. Las reglas del juego han sido quebrantadas. Una nueva partida ha de dar comienzo.
Y que caigan caballos, alfiles y torres...
Y que llore desesperación la reina.
¡Que sangre del rey su Corona!

¡¡Vuelva todo a la Nada!!

...


...y todos vuelvan a ser peones.

viernes, 22 de octubre de 2010

¡Que vengan!

Puedo verlo en vuestros ojos.

Devorándoos.

Ahogándoos.

Dándoos el último impulso de vida.


Os habéis convertido en ratas que deambulan por una ciudad derruida. Mordéis todo cuanto está a vuestro alcance para escapar de los felinos y ni os paráis a pensar que vuestros dientes están malditos. Sois una plaga que avanza en la noche porque tiene miedo al día.


Sois unos cobardes.


Pero habéis de saber que el dolor que os consume no os convierte en originales.

Qué sólo sois la enésima copia de una copia.

Una mierda a la izquierda.


Un día os volveréis caníbales y no habrá suficiente carne para todos.


________________________________________


Dedicado a los parásitos que intentan entrar en esta fortaleza de luz para robarnos las ganas de sonreír.

No vais a conseguirlo, no vais a derrotarnos.


Somos más fuertes.

viernes, 8 de octubre de 2010

Memorias de un Héroe Caído V: Noche de Luna Hueca

Una puerta en mitad de una llanura gris. Un pequeño portón de madera ajada con olor a mar. Trato de empujarla, pero no cede, así que me acerco aun más a ella y susurro:
"Mis ojos por un mundo soñado... y mi corazón por algo que merezca la pena soñar."


Se abre el portón, el agua me rodea y tira de mí hacia un mar embravecido, haciendo que me hunda en las profundidades mientras oigo, a lo lejos, el aullido de un lobo salvaje.
No sé cuanto tiempo ha pasado cuando el Mar me deposita, amable a su manera, en la playa. Unos pasos por delante, enroscada sobre la arena, una pequeña criatura de escamas blancas me observa con cara preocupada.
"Lamento mi ausencia, pequeño, no sé si podrás perdonarme, pero ya he vuelto. No volveré a dejarte solo nunca más." Le digo con cariño mientras le acerco el brazo para que suba a mi hombro. Una vez acomodado, me hace señas para que mire al suelo, al hueco que ha dejado en la arena, y descubro una pequeña brújula en una cajita de madera.
El pequeño dragón mira alternativamente a la cajita y a mí, orgulloso de haberla protegido hasta mi llegada. Yo por mi parte agradezco en silencio a la Vidente de Almas y sigo la ruta que me marca desde la distancia, a través de la brújula, mientras el ocaso continúa su camino.


Recorro con pesadez el sendero de roca que asciende por el acantilado. El Sol termina de caer por el horizonte, incapaz de seguir aplazando lo inevitable, y la noche más oscura del mes me arropa como un cálido manto en el que brilla débilmente una única estrella.
El cansancio me pesa sobre los hombros, pero no puedo detenerme ahora.
La luz del faro me ayuda en el último tramo de ascenso. Al llegar arriba, unas enormes puertas custodian la entrada a la torre. Al tiempo que las golpeo con el puño grito:
"¡Protectora de los Perdidos! ¡He regresado y exijo que me abras!"
Nadie responde, pero las puertas se abren de par en par, permitiendome ver al otro lado una gran sala oscura y un trono de marfil al fondo.

Atravieso decidido esas puertas, y noto que algo regresa a mí. Alcanzo el trono: una máscara blanca reposa sobre él, junto a un enorme martillo y un resistente escudo.
Dejo a mis pies el gran martillo, sujeto el escudo sobre mi regazo, y me coloco la máscara sobre el rostro mientras ocupo el lugar que me pertenece por derecho propio. Unas alas vuelven a crecer en mi espalda, más grandes que las anteriores, pero no son blancas sino de diferentes tonos grises, cómo si trataran de recordarme que ni siquiera yo soy invencible, que ya he caído una vez.


Todo está en su sitio, pero la Luna está hueca en el firmamento esta noche. Dejadla descansar. He vuelto.

lunes, 4 de octubre de 2010

Memorias de un Héroe Caído IV: Determinación

Camino bajo un cielo de mercurio, oculto a medias por nubes de grafito.
Paso a paso, poco a poco. Camino por inercia, sin fuerza que me empuje hacia algún lado. Deambulo sin saber a donde ir, sin plan alguno. Echo de menos las alas... que yo mismo arranqué. Echo de más ser tan humano, tan débil.
Hago cuentas con los dedos: todo ha ido mal. ¿Queda algo que pueda romperse?
Sigo cayendo hacia el abismo, hasta rozar el fondo con mis manos...

Detente. Detenlo. ¡Salva el mundo! o deja que arda.

Por un instante me dejo flotar a la deriva. Me pregunto qué tan placentero será el olvido...

Abro los ojos. Alguien me susurra al oido, me llama por mi nombre.
"Despierta, héroe."
Nadie a mi alrededor, sigo estando solo. Pero alguien a quien no puedo ver me agarra de los hombros y me agita. Sé que me mira con reproche, aun sin contemplar sus ojos.
¿Quién eres para desafiarme? ¡Déjame! ¡¿Por qué has pronunciado mi nombre?!

«Para que siempre recuerdes quién eres...»

«... Para que nunca olvides quién fui.» ... Se me empañan los ojos en lágrimas. La verdad asedia mi corazón. He olvidado demasiadas cosas, he fallado a demasiada gente.
Pero aun debo luchar, o quizás ahora más que nunca. La guerra aun no ha acabado para este viejo soldado.


Por primera vez en lo que me han parecido siglos, una luz anaranjada brilla en el horizonte.
"Dime, viejo amigo, ¿has pintado tú ese crepúsculo para guiarme hacia donde estás? Mantenlo así, voy en camino, no dejes que me vuelva a perder. Por favor."

«Tirad a la basura esa corona de flores.
Alimentad el fuego. Mantened encendido el faro.
Un Héroe regresa a Ítaca.»

domingo, 3 de octubre de 2010

Memorias de un Héroe Caído III: Requiem por un Ángel Guardián

Tañen las campanas de cristal, y el órgano entona un profundo lamento. Grises figuras se reunen en torno a un macabro desfile. Los porteadores realizan, impasibles, su triste peregrinaje.


«¿Por qué has tenido que irte? Teníamos un trato, yo te necesitaba... no podías morirte, no estaba contemplado en el contrato ¡Maldita sea!¡Has hecho trampas!»


Contemplo al paso el espectáculo. Trato de resistirme, intento seguir mi caminar, no quiero ver lo que tienen que enseñarme... pero mis pies no me obedecen.
Poco a poco, mi corazón adquiere un ritmo desacompasado.
Comienzo a tiritar.
La melodía me va calando hasta los huesos, poco a poco...


«Tú debías cerrar el círculo... debías ser mi seguro contra los errores que nunca pasan. Quizás mi protección es una tarea demasiado dura. Quizás no tuviste elección. Quizás fue un accidente. Quizás debería llorar tu muerte...»


Las campanas cuentan una historia de cielos en llamas. El órgano acelera su jadeo. La música comienza a excitarse.


«Pero incluso los pilares más resistentes terminan por quebrar. Incluso los que no pueden caer... y tú ya no estabas allí para sujetarlos... y yo no supe hacer nada para evitarlo.»


El ataúd llega a su destino, frente a mí. Lo dejan caer.
Y al golpear contra el suelo se envuelve en un estallido de plumas blancas. Ha caído un ángel. Sus plumas nunca más surcarán el cielo. Sus alas no podrán proteger a nadie.


Intento asomarme, pero me detengo en el último instante. Las que hay en el ataud son las alas que nacen de tu espalda. Contemplarlo con mis propios ojos sería un duro golpe... pero ¿y si lo que veo es mi reflejo?
¿Y si son mis alas las que asoman sobre el ataud?


"Hoy ha muerto un Ángel Guardián."
Cantan las campanas.
"Como todos los ángeles muertos, merecía la muerte."
Les contesta el cielo.
"Ese era su derecho."


La impotencia me derrota. La cobardía me consume. Caigo al suelo de rodillas y me echo a llorar.
No aguantaré mucho más. Si no encuentro el modo de salir de este mundo gris. Si nadie viene a rescatarme. Si no recuerdo lo que fuí... entonces este requiem que ahora se extingue será el mío propio.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Memorias de un Héroe Caído II: Fantasmas

Sigo deambulando por esta tierra descolorida, buscando senderos inexistentes en una huida eterna. Hoy un cuervo gris me trajo noticias tuyas: parece que sobrevives bien en mi ausencia, parece que tu corazón ha encontrado algo por lo que luchar y que tu determinación es inquebrantable. Me cuenta que siempre tienes éxito en tus misiones, que nunca estás solo, que todos te admiran, que por fin te has hecho un hueco con tus propias manos... Estoy orgulloso. Aunque una parte de mí insiste inevitablemente en creer de forma egoista que algo de todo eso es gracias a mí.

Me gustaría estar allí y compartir tus triunfos y alegrías, pero aun estoy encerrado entre dos mundos. Mi mente dormita, navegando por los paisajes imposibles de la tierra de la que nacieron mis anhelos; mi cuerpo sobrevive anclado en la suciedad de mis miedos, y mi alma creo que se ha perdido en la oscuridad de mi desesperanza.


Sobrevivo (a esto no se le puede llamar vida) perseguido continuamente por ellos. Al principio pude escapar, pero finalmente me alcanzaron. Ahora se congregan a mi alrededor, oprimiendo lo que queda de mi corazón, devorando lo que queda de mi ser, rompiendo a placer los últimos resquicios de cordura. Son mis fantasmas, y son tantos que apenas me dejan respirar.

No sé cuanto más tiempo podré soportar esta carga antes de caer por última vez.


En una ocasión pude librarme de ella pero ahora... ¿qué debo hacer?
¿qué ocurre cuando el mismo aire que te da la vida, te la arrebata?
¿qué esperanza queda cuando la única cura, agrava la enfermedad?
¿para qué seguir luchando cuanto es veneno la sangre que corre por mis venas?



Pero bueno, no merece la pena escuchar las quejas de un viejo soldado como yo. Debo continuar mi camino. Reflexiono esto en silencio, en un mundo en que no existen el blanco ni el negro, confiando en que aun conserves aquella capacidad tuya de saber todo lo que pasa por mi mente sin importar las circunstancias.

Enhorabuena, Héroe.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Memorias de un Héroe Caído I: Miedo

Creo que voy entendiéndote. O quizás sigo sin entender nada. Pero me he acordado de ti, Héroe, y creo que ya comprendo de qué hablabas cuando decías haberte caido al otro lado... Creo que ya sé lo que sentiste al darte cuenta de que la puerta no se abría desde fuera para permitir tu regreso.

Nunca antes tuve miedo a nada. Y mucho menos a estas verjas, ni al portón que flanquean. Siempre estuve seguro de poder atravesarlo a placer, de uno a otro lado, y abusé de mi privilegio, como burlándome de la Creación.
Pero, ahora que he perdido mis Llaves, me encuentro solo en un mundo que no es el mío y en el que no soy bienvenido. Me he encontrado con el miedo, y se ha reido de mí al verme llorar.

Ahora sí tengo miedo. Miedo a no encontrar de nuevo las llaves, miedo a que un cruel guionista cambie la cerradura, miedo a no poder romper el candado aun cuando, tú y yo juntos, en un intento vano y desesperado, embistamos contra el portón, poniendo en la carga el peso de todos nuestros sueños y esperanzas.

Siento pánico al pensar en que todo pueda quebrarse después del choque.
Me aterroriza la convicción de que nada quedará de nosotros tras el último intento.
Pero lo que no me deja dormir, es la seguridad de que tras nuestro fracaso, mucho tiempo después de estar muertos y llorados, cuando ya nadie sepa tocar nuestro requiem y el tiempo haya borrado de nuestras lápidas nombre y epitafio. Entonces nosotros seguiremos vivos, despojados de todo lo que una vez fuimos, castigados por ser demasiado humanos...


Ahora, divagando entre sollozos y pecados, me parece oir de nuevo tu voz:
«A veces, sin que nosotros queramos, las personas se separan de nosotros...»

Creo que voy entendiéndote.

domingo, 22 de agosto de 2010

Cien despacio



Como otras madrugadas, ellos juegan

a buscarse por calles

sin luz, entre personas ya sin nombre.


Cuenta hasta cien

y gira la cabeza al instante, intentando

atrapar, de un vistazo, la sonrisa

de algún niño escondido.

Mas todos son tan diestros en el juego

que ni un flequillo asoma

tras el capó de un coche, ni se deja

traicionar una falda

por el viento.

Pintaron

falsas pisadas en las nubes. Pero

él, que tambien es hábil,

no se deja engañar por burdas pistas

y, en un despiste,

descubre su escondite tras la estrella.


Ella mella su orgullo,

con firmeza lo abraza

desata su reloj y le pregunta.


-¿Cincuenta

despacio o cien deprisa?-



Juan Hernández

lunes, 17 de mayo de 2010

Porque no querrás decir que no te atreviste.

Estas son las primeras palabras que escribo aquí y con ellas quiero hablar de la propia Eikasia Yume (quizás más adelante no me apetezca detenerme a hablar del lienzo y prefiera mostrar los cuadros), inaugurada por mi gran amigo Wungo (Juan Hernández) con su poema “Sweet Memories”.

Ha sido una apertura muy apropiada. No estamos aquí para vivir del pasado, el pasado no se repite, no fue mejor y no es todo lo que nos queda.
No, y Eikasia Yume no existe para hablar demasiado sobre el pasado. Este blog... este rincón es la página en blanco sobre la que escribir y dibujar aquellos sueños adolescentes con los que, por elección propia, aun cargamos, y que aun nos sirven de referente y meta imposible.


Si, lo admito, aun cargo y cargaré con mis sueños adolescentes. Me niego a darlos por imposibles. Me niego a creer en la realidad. Me niego a crecer sólo para convertirme en un pirata.

Os estamos presentando las criaturas fantásticas de adolescentes por convicción, los mundos efímeros creados por aquellos que estamos convencidos de que ser adulto es una filosofía de vida y no una evolución física...
Y es que algunos hemos jurado ser niños perdidos para siempre, para poder hacer lo que queramos, para poder ir a donde nos lleve el viento, para poder escuchar a nuestro corazón, para saber que la vida es un juego con el que no se juega... para poder vivir sin que llegue el día en que nos digamos a nosotros mismos: “Lo siento, no me atreví a hacerlo”.


Puede ser que muchos de los que estén leyendo estas palabras que ahora escribo ya me hayan tomado por un loco, o peor, quizás me hayan tomado por un soñador con más ideales que posibilidades. Pudiera ser, también, que los que piensen eso no vayan a seguir leyendo.

Para todos ellos, que asfixiaron sus sueños bajo mantas y mantas de responsabilidades, madurez y realidad, sólo tengo una cosa que ofrecerles: Mi más sincero pésame.
A todos los demás, a los que aun luchan por sus sueños, a los que la realidad aun no ha descuartizado y a los que continúan andando a trocitos; a los que se debaten entre los sueños imposibles y sus terribles fantasmas; a los que buscan ideales por los que luchar y a quienes arrastran sus ideales por pesados que sean; a vosotros os doy la bienvenida a un crepúsculo eterno, a un sueño efímero, a un lugar situado a medio camino entre el olvido y ninguna parte...
Os doy la bienvenida a Eikasia Yume, os propongo compartir conmigo y con mis compañeros nuestros sueños perdidos y os invito, más aun, os empujo, a recuperar vuestros propios sueños y luchar por ellos.



«Y debes hacerlo ahora, porque llegado el momento, no querrás decir que no te atreviste.»

domingo, 9 de mayo de 2010

Sweet memories

No es cierto que cualquier tiempo pasado
fue mejor. No te engañes.
Simplemente es más dulce
el ácido con el que edulcoramos
la abstinencia de olvido, el ensueño de aquello
que nunca sucedió.

( Juan Hernández García )


~ Por un nuevo despertar ~